Nuestro sistema educativo pretende el desarrollo integral de nuestros alumnos/as atendiendo a los distintos ámbitos de desarrollo, es decir, el cognitivo, lingüístico, psicomotor y socio-afectivo. Para ello, hay que organizar distintas actuaciones en los centros escolares que contribuyan a la consecución de tal fin. Concretamente desde el Departamento de Orientación nos planteamos realizar distintas intervenciones y, en este caso, nos centraremos en el fomento de la educación para la salud, ofreciendo un ejemplo práctico de su desarrollo.
Según la Organización Mundial de la Salud, es decir, la OMS, se entiende por salud “la capacidad de desarrollar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los retos del ambiente”. También podemos definirla como un bienestar percibido en las áreas física, psíquica y social de la persona. Se observa pues una cambio y evolución conceptual, puesto que antes la salud se relacionaba con la no-enfermedad (concepto negativo) y actualmente se entiende como la globalidad dinámica del bienestar (concepto positivo).
La Educación para la Salud (EPS) tiene como objeto mejorar la educación de las personas. Para ello, hay que atender dos perspectivas:
- Preventiva: desarrollando en las personas capacidades que eviten posibles problemas de salud.
- Promoción de la salud: educando a la población en el desarrollo de hábitos de vida saludables.
En este sentido, la Educación para la Salud se plantea como objetivos:
- Conseguir que la salud forme parte del patrimonio de la sociedad actual.
- Modificar conductas contrarias a la promoción de la salud.
- Promover conductas positivas a la promoción de la salud.
- Promover cambios en el entorno para promover la salud.
- Capacitar a las personas para que tomen decisiones adecuadas en relación a la salud.
La Educación para la Salud debe abordarse desde el ámbito escolar, familiar y, por supuesto, desde el entorno.
Nos centramos en primer lugar y de manera más detallada, en el ámbito educativo. Desde una perspectiva legislativa, la Educación para la Salud fue tratada en la LOGSE (1990), así como en las diferentes disposiciones curriculares que la desarrollaron, constituyendo uno de los campos de innovación de este sistema educativo.
Actualmente con la LOE (2006) se sigue favoreciendo la Educación para la salud, tal como podemos observar en el Art. 2 dedicado a los fines de la educación: h) La adquisición de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, de conocimientos científicos, técnicos, humanísticos, históricos y artísticos, así como el desarrollo de hábitos de vida saludable, el ejercicio físico y el deporte.
Si tenemos en cuenta el Decreto 231/2007, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas correspondientes a la ESO en la Comunidad Autónoma de Andalucía, se observa en su Art. 5.4 que el currículo de ESO incluirá: c) Contenidos y actividades para la adquisición de hábitos de vida saludable y deportiva y la capacitación para decidir entre las opciones que favorezcan un adecuado bienestar físico, mental y social, para el propio alumno/a y para los demás.
Además en la Orden del 10 de agosto del 2007, por la que se desarrolla el currículo correspondiente a la ESO en la Comunidad Autónoma de Andalucía, se recoge en el currículo de determinadas materias objetivos y contenidos dedicados al fomento de hábitos de vida saludables.
Desde esta perspectiva curricular, uno de los elementos que se introducen con la LOE y que se desarrolla en la legislación de la enseñanza básica, es el de las competencias básicas. Nos centramos en una de ellas dedicada al tema de la promoción de la salud en los alumnos: c) Competencia en el conocimiento y la interacción con el medio físico y natural, que recogerá la habilidad para la comprensión de los sucesos, la predicción de las consecuencias y la actividad sobre el estado de salud de las personas y la sostenibilidad ambiental.
Con todo lo expuesto en las últimas líneas se puede sacar como conclusión que desde el currículo explícito se atiende la Educación para la Salud. Pero también a través de nuestros actos educamos, es decir, a través del currículo implícito transmitimos valores relacionados con la salud. Este hecho es importante considerarlo puesto que influyen las actitudes de los docentes, las valoraciones que se hacen, la preocupación de la limpieza y de la higiene, el grado de cumplimiento de normas, etc.
De esta forma, una escuela que fomenta la vida saludable es aquella que:
- Tiene una visión global de la salud.
- Busca la implicación activa de los alumnos/as.
- Considera fundamental el desarrollo de la autonomía y autoestima del alumnado.
- Tiene en cuenta el entorno en el que el alumnado se desarrolla.
Como aclaramos anteriormente la Educación para la Salud no debe trabajarse solo desde el ámbito escolar, ya que la familia desempeña un papel primordial en el desarrollo de hábitos, actuando como modelos. Por ello, deben mostrar conductas adecuadas y favorecedoras de la salud. Se requiere para conseguirlo que exista una colaboración entre escuela y familia, de forma que no se transmitan mensajes contradictorios.
Además será primordial el entorno en el que nos encontramos, no sólo para conocer las necesidades existentes relacionadas con el campo de la salud, sino también para poder utilizar aquellos recursos que promuevan hábitos de vida saludables.
Para ello, toda intervención dedicada a la Educación de la Salud debe:
- Partir de un estudio del contexto que nos ayude a establecer prioridades.
- Realizar una planificación coherente con las necesidades detectadas.
- Llevar a la práctica las actuaciones programadas.
- Evaluar todo el proceso para tomar decisiones de mejora.
- Contar con la colaboración y participación de todos los agentes implicados.
En los centros contamos con la posibilidad de desarrollar un programa orientado al desarrollo de hábitos de vida saludables en los adolescentes denominado “Forma Joven”, impulsado por la Junta de Andalucía y en el que participan la Consejería de Salud, la Consejería de Educación y la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social. Mostramos a continuación una propuesta de su desarrollo, centrándonos en el papel del Departamento de Orientación para la implantación de dicho programa.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el Programa “Forma Joven” será atendido por profesionales, normalmente trabajadores de la Consejería de Salud, formados para atender las demandas de los adolescentes. En el caso de nuestro centro, este programa viene desarrollándose desde hace varios años, resultando muy favorable la intervención de estos profesionales. Por ello, se considera necesaria su continuidad y se realiza la correspondiente inscripción, actuando la orientadora como coordinadora del Programa “Forma Joven” en el centro durante este curso escolar. A continuación la orientadora se reúne con la persona responsable en el campo de la salud para establecer su puesta en práctica.
La intervención se realizará:
1) Con los tutores/as. Desde el Departamento de Orientación se elabora un dossier que se entregará a los tutores en las reuniones semanales que hay establecidas según la legislación vigente. En el dossier se incluirá material para trabajar en las tutorías con los alumnos/as, de forma que conozcan el Programa Forma Joven. Nos centramos en el desarrollo de la tutoría con los alumnos/as:
- En primer lugar, el tutor/a explica en qué consiste el programa Forma Joven: programa de asesoría tanto individual como grupal para atender problemáticas relacionadas con el área afectiva-sexual, las adicciones y la salud mental. Explicará cómo se organiza la atención individual y grupal, en qué lugar se atenderá a los alumnos/as individualmente y a que hora.
- Posteriormente, el tutor/a colocará un cartel en la clase con todos estos aspectos informativos.
2) Con los alumnos/as a nivel individual. Se informa al alumnado que pueden ponerse en contacto con la responsable del programa en el centro a través de la orientadora. En una hoja anotarán su nombre y apellidos, grupo, edad y tema que quieren tratar, garantizando siempre la privacidad del alumno/a. También deben conocer que hay un espacio reservado para el asesoramiento individualiza, en el que se colocará un cartel identificativo. Para que la asistencia esté controlada, elaboramos unos justificantes que la responsable del programa rellenará indicando el nombre del alumno/a y el tiempo de atención recibida. En todo este proceso, no podemos olvidar el seguimiento y contacto continuo que debe existir entre la responsable del programa y la orientadora, puesto que en algunos casos será necesaria la intervención de la orientadora o la colaboración de la familia.
3) Con los alumnos/as a nivel grupal. Podemos detectas algunas necesidades grupales que requieren de una intervención especial. No obstante, las necesidades detectadas a nivel individual y observadas por la responsable del programa pueden ser un buen indicador de las mismas. También los tutores/as y la orientadora a lo largo del curso pueden detectar temáticas a tratar con los alumnos/as. Para atenderlas se organizaran distintos talleres que se aplican en los niveles o grupos que se consideren oportunos. En su puesta en práctica la orientadora informará al profesorado y planificará horarios, espacios y recursos tanto materiales como personales. Por ejemplo, en el primer trimestre de este curso hemos organizado el taller “Lo Hablamos” dedicado a la salud mental, en el que han participado varios profesionales del campo de la salud y en el que se han aplicado diferentes dinámicas de grupo, resultando muy motivador para los alumnos/as así como una actividad muy enriquecedora para todos.
Para concluir, señalamos que si pretendemos el desarrollo integral de nuestro alumnado habrá que atender la educación en hábitos saludables, no solo desde un currículo explícito sino también a través de nuestros actos, actuando los adultos como modelos a seguir y trabajando de forma coordinada y coherente.