Durante el pasado mes de febrero tuvieron lugar las visitas culturales a Sevilla (día 17) y la Base Naval de Rota (día 21), por parte del alumnado de nuestro centro que participa en el intercambio con el instituto de Cagliari (Cerdeña), y de los grupos de 1º ESO bilingüe y 3º ESO no bilingüe, respectivamente.
El que estas líneas escribe tuvo la suerte de participar (junto a otros compañeros como Miguel Ángel Jiménez, Carmen Ruiz Mateos o Montse Torres) en ambas actividades. Y digo suerte porque en apenas cuatro días pude compartir con nuestro alumnado parte de los encantos de mi ciudad, Sevilla, y de conocer las entrañas del gigante militar que hace que la villa de Rota (el lugar donde tan bien he sido acogido desde el pasado septiembre) sea conocida allende de nuestras fronteras.
Siguiendo el desarrollo de los acontecimientos comenzaremos por la vieja Híspalis.
La visita comenzó con una recepción en Torretriana, sede de la Consejería de Educación, tras la cual hicimos parada en el reinagurado Pabellón de la Navegación, donde el alumnado pudo observar el modo de vida de los navegantes que fueron protagonistas de la hazaña descubridora de hace 520 años y los que siguieron su estela durante los años de la conquista y colonización del Nuevo Mundo. Disfrutaron con las maquetas que muestran la evolución de los navíos y participaron en diferentes juegos interactivos. Durante el trayecto fuimos acompañados por las cámaras del programa de la RTVA “El club de las ideas”.
Desde el mirador de la Torre Schindler, hasta la construcción de la polémica Torre Pelli, el punto más alto de la Isla de la Cartuja, enumeramos las torres y espadañas que se recortaban sobre el cielo gris de aquella mañana sevillana.
De nuevo en el autobús pusimos dirección al casco antiguo atravesando el puente del Santísimo Cristo de la Expiración (El Cachorro), el Paseo de Colón dejando a la derecha la Maestranza y a la izquierda la Torre del Oro y Triana, para bajar por la Ronda histórica bordeando el Parque de María Luisa, el Lope de Vega, el Rectorado de la Universidad de Sevilla o los Jardines de Murillo. A pocos metros de la Puerta Osario y a la espalda de Santa Catalina el autobús se detuvo y, a pie nuestros alumnos recorrieron sitios tan emblemáticos como las plazas de la Encarnación, del Salvador o de la Campana, inicio de la calle Sierpes, corazón de la Sevilla de siempre.
La visita concluyó con el acceso a la Santa Iglesia Catedral de Santa María de la Sede. Desde el interior de sus naves góticas nos detuvimos ante la tumba del Almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón, la puerta de acceso a la vecina Parroquia del Sagrario, donde por reformas en la Capilla Real, se encuentra la Virgen de los Reyes, patrona de la archidiócesis de Sevilla, o el Monumento al Santísimo presidido por el cuadro de Alfonso Grosso que recuerda el decisivo papel de la capital de Andalucía en la defensa del dogma inmaculado de María.
La Giralda asomada a la Maestranza |
Momentos después subimos las treinta y cinco rampas de las entrañas del viejo alminar de la mezquita almohade de Sevilla…la Giralda (la que gira, nombre que le da la veleta que lo preside, el Giraldillo, la Santa Juana en el habla sevillana).
Desde su cima pudimos contemplar las bellas vistas de la ciudad que soñaran Machado, Cernuda, Romero Murube, Chaves Nogales o Burgos, la que alumbró a Madre Angelita, Pepe Luis, Belmonte, las paletas de Murillo o de Don Diego, las rimas de Gustavo Adolfo.
Cansados pero contentos regresamos al autocar que nos esperaba en un lateral del Palacio de San Telmo, aquel donde niña jugaba una Reina de España.
Control de la Base |
Cambio de tercio. Rota, cuatro días más tarde. Puerta de acceso del control de la Villa, nos espera Manuel Alba, director del departamento de relaciones públicas de la Base, el será nuestro centinela en esta misión.
Tras un desayuno (picnic le llaman los angloparlantes) en los pinares, visitamos el David Glasgow School donde nuestro alumnado quedó impresionado por sus magníficas instalaciones (las taquillas en los pasillos, cual serie de éxito quinceañera causaron furor en la tropa del Castillo de Luna).
De allí nos dirigimos al Príncipe de Asturias, único portaviones de la Armada española, donde fuimos recibidos por sus altos mandos, visionamos un video ilustrativo de sus cometidos y subimos a cubierta, desde pudimos disfrutar de la bellas vistas de la playa del Rompidillo.
A continuación nos dirigimos al parque de bomberos encargado del mantenimiento de la pista de aterrizaje, mostrandonos sus instalaciones y equipamiento así como una demostración de actuación con su camión cisterna.
Las afamadas pizzas de la Base pusieron punto y final a esta jornada de excursión roteña.
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