Otra jornada de luto en el fútbol mundial. Y ya son muchas. Piermario Morosini se dejaba la vida en un campo de fútbol después de sufrir un paro cardiaco en el Pescara-Livorno. El jugador italiano fue trasladado a un hospital pero no pudo salvar su vida.
Desgraciadamente, Morosini no es el único futbolista que muere en un terreno de juego. A todos nos viene a la memoria el nombre de Antonio Puerta y de Dani Jarque. El sevillano fallecía a la edad de 22 años tras sufrir una displasia arritmogenética durante un Sevilla-Getafe. Por su parte, Jarque sufrió una asistola no desfibrilante en una concentración con el Espanyol.
Otras imágenes que aún tienen los aficionados en la retina es la de la muerte de Miklos Feher con el Benfica de José Antonio Camacho.
Unos meses antes, Marc-Vivien Foé sufría también un paro cardiaco durante el Camerún-Colombia de la Copa Confederaciones 2003 y los médicos no pudieron hacer nada por su vida.
Pedro Berruezo (jugador del Sevilla, 7 de enero 1973 -paro cardiaco-), José Roberto Rodás (árbitro paraguayo, febrero de 2003 -paro cardiáco-), Serginho (jugador del Sao Caetano, 27 de octubre de 2004 -parada cardiorrespiratoria-), Hugo Cunha (jugador del Uniao Leiria, 25 de junio de 2005 -problemas cardiacos-) o Víctor Alfonso Guerrero (futbolista del Envigado colombiano, 11 de abril de 2006 -muerte súbita) son también alguno de los deportistas que perdieron la vida jugando en un partido o entrenando con su equipo.
La FIFA debe tomar medidas.
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