Me disponía a terminar de redactar una nueva entrada sobre el tema que mi
amiga y yo tratamos en el blog, cuando me ha ocurrido lo más indignante que me
podría haber pasado.
Fue entonces cuando me topé con la entrada del profesor Juan Crespo, en la
que hace referencia a mí. Sí, lo reconozco, me negué a subir la silla, pero en
lo que mi memoria alcanza, ¿quién en mis últimos cuatro años de instituto me ha
dicho que tengo que subir la silla al finalizar la jornada escolar y que es una
norma dentro del Plan de Convivencia?, ¿qué otro profesor insiste en ello?
Ninguno. De este modo, es imposible que una norma sea eficaz.
Lo que me parece extraordinariamente fuera de lugar es que escriba sobre un
pequeño acto de rebeldía que tenga una alumna, pero les puedo asegurar que no
una alumna cualquiera. Este profesor se habrá encontrado a lo largo de su
carrera profesional con muchos alumnos difíciles de controlar, alumnos con
malas calificaciones, con reiteradas faltas de respeto a su persona, ¿a cuántos
de ellos este profesor ha escrito un artículo sobre su inmadurez e insolencia?
Ni siquiera es capaz de decirle nada a ciertos alumnos que en ocasiones se
dirigen a él de una forma totalmente descarada, siendo su única respuesta una
sonrisa y añadiendo “él/ella es así”.
Pero yo soy una persona decente, responsable y, ni que dudarlo, una alumna
aplicada. Ustedes deben pensar que soy una engreída o una persona presuntuosa,
pero lo que soy es una mujer orgullosa de mí misma por todo ello, porque mis
padres me han educado en el sentido del deber y porque sé que no soy merecedora
de tal escrito.
Me desilusiona, y no se pueden imaginar de qué manera, que, cada vez más, a
los alumnos que queremos estudiar, personas ejemplares y que queremos llegar a
ser alguien en esta vida, nos infravaloren de esta manera, como si fuéramos los
peores alumnos que hayan conocido.
Como conclusión, quiero decirle a este profesor que sí, que él es la
autoridad que recae sobre mí. Pero mi orgullo no me lo quita nadie. Una norma
está claro que debe ser respetada, pero, para ello, los que la proponen han de
incitar a que ésta se lleve a cabo, no un día determinado, sino de un modo
regular. Han de hacernos ver que es una acción por deber (comprendemos la
ley, sabemos que es buena para la comunidad y para mí mismo y decido libremente
actuar en consecuencia). A pesar de esto, yo seguiré adelante, mientras
los que de verdad necesitan de este tipo de comentario, se arrepentirán algún
día de que nadie escribiera sobre algo que ellos hicieron mal y que les
debieron reprochar. Y, aunque no lo crea, yo demostraré mi madurez en la Prueba
de Acceso a la Universidad.
Cristina Esquivel Entrambasaguas 2ºBachillerato D
Hola Cristina,
ResponderEliminarperdona si te he hecho sentir mal con mi artículo. Pero como yo mismo digo, es sólo una anécdota sobre lo que los profesores y profesoras nos vemos obligados a pasar. Elegí tu caso y no otros más sangrantes precisamente por que eres una alumna excepcional, trabajadora, estudiosa, responsable, una alumna de 10, como de broma os he comentado a veces. Y no eres la única en tu clase. Repito que mi única intención es hacer patente ese continuo pulso a que a menudo, por nuestro trabajo, nos vemos obligados a padecer.
Es cierto que hay casos, no muchos afortunadamente, en los que debería expulsar de clase, poner partes... pero hay gente que conozco desde hace tiempo y sé tratarla, sé cómo puede responder. En estos casos, evito el enfrentamiento, porque sé que lo único que voy a conseguir es empeorar la situación que se puede volver violenta (tú lo sabes). Sin embargo, aguanto ese primer arranque de furia (que sé que se apaga rápidamente como un fósforo y que no va a ninguna parte). (Lo de la sonrisa es que a veces me hace gracia lo desproporcionado del enfado del alumno en cuestión).Ese tipo de alumno no me preocupa, ya he sacado todo lo que se podía sacar. Pero sí me preocupan alumnos y alumnas como tú. Sé que sólo fue una anécdota, tu comportamiento los siguientes días fue impecable, con subida de silla incluída, jeje.
Por otro lado, como hemos visto en clase, muchos articulistas siguen esta misma técnica: a partir de un hecho, prácticamente irrelevante, analizan una situación, un comportamiento o cualquier hecho rutinario que en cierto modo nos influye, yo sólo quise seguir este modelo. Sólo comento el hecho, no te censuro a tí ni a nadie.
También podrías haberme respondido en comentarios al artículo y no utilizar la revista para intercambiar este tipo de mensajes, quasipersonales.
Perdona otra vez si te he ofendido, no era mi intención.
Nos vemos en clase.