Revista Er Bisho.

Bienvenidos a la revista del I.E.S. Castillo de Luna (Rota) Er Bisho. La primera en este formato. Aunque la revista lleva una larga andadura en formato papel. Disfrutadla.

lunes, 14 de mayo de 2012

HISTORIA Y LITERATURA, TIRANO BANDERAS.


Portada de la obra.


Con el fin de rendir  tributo a la reciente celebración del  día del libro en nuestro  centro y como colofón a las publicaciones de la revista durante el curso,   hemos puesto en relación en el presente artículo las materias de Historia y Literatura  a través de una de las grandes obras de la generación del 98, Tirano Banderas, de Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, Pontevedra 1866 – Santiago de Compostela 1936).


Ramón María del Valle-Inclán

Con Tirano Banderas (1926) inauguró el literato gallego una temática  que sería ampliamente tratada por la literatura hispanoamericana, la denuncia de la triste realidad de la Iberoamérica que surge de la Independencia. Hace uso para ello de una ridiculización esperpéntica basándose en personajes reales y tratándolos en un marco imaginario.


Porfirio Díaz.

Sus dos viajes a México (1892 y 1921) le hicieron conocer de primera mano la realidad político, social y cultural del país azteca de aquellos años de modo que las consecuencias del Porfiriato, la muerte de Madero, las luchas revolucionarias o el propio hablar americano se reflejaran en su persona y en esta obra que seguidamente comenzamos a analizar.

La novela se desarrolla en Santa Fe de Tierra Firme, república sometida a la dictadura del General  Santos Banderas, un tirano en el que Valle Inclán ejemplifica como él mismo afirmaría los rasgos de Rosas y sus veintitrés años al frente de la República Argentina, el Doctor Francia y sus veintiséis en Paraguay  y por supuesto Porfirio Díaz con los treinta y cinco años de dominio en México entre 1876 y 1911. Todos ellos regímenes dictatoriales frecuentes en la Hispanoamérica del siglo XIX.

Al Generalito Banderas lo marcan su ego, la crueldad, la disciplina y el mando, pero sobretodo la triste degradación del ser humano por motivos políticos y raciales. Frente a él, la revolución opositora, dirigida con aires redentores y mesiánicos por Don Roque Cepeda, personaje en el que se encuentra un razonable parecido con Francisco Madero, y al general Álvaro Obregón, a posteriori presidente mexicano y amigo personal de Valle-Inclán.

Por lo que a la trama se refiere la analizaremos con la misma división tripartita que el propio autor noventayochosista hizo de su obra, es decir, analizando la complejidad social hispanoamericana en tres grupos formados por el indio, el criollo y el inmigrante.

En el primer grupo social a tratar, el indígena  nos encontramos durante la lectura de la obra con dos caras opuestas. Por un lado el General Santos Banderas, quien desde su centro de operaciones, aquel convento desmantelado de San Martín de los Monteses, llega a decir a su enemigo político Don Roque Cepeda “Yo, en cambio, indio por las cuatro ramas, descreo de las virtudes y capacidades de mi raza. Usted se me representa con un iluminado, su fe en los destinos de la familia indígena me rememora al Padre Las Casas”  La cita ilustra claramente el pensamiento del Tirano ante su propio grupo étnico.

La otra cara del indio la refleja Valle en la persona de Zacarías San José, indio esclavizado y minusvalorado por los criollos. Probablemente en él refleja el autor los pasajes más duros de la realidad indiana cuando tras verse obligado a servir en una empresa criolla observa incrédulo en su regreso a  casa como su pareja ha sido apresada y su hijo abandonado: “los cerdos habían devorado la cara y las manos del niño”. Tomó los restos de su vástago y los encerró en un saco jurando tomarse la justicia por su mano contra el honrado gachupín.

Dentro del grupo criollo  destaca el líder Don Roque Cepeda, cuya tremenda religiosidad le llevaba al extremo de tener una visión redentora de la vida, llegando a decirle a Banderas:   Señor General, perdóneme la franqueza, oyéndole me parece escuchar la Serpiente del Génesis”. En el Doctor Sánchez Ocaña nos evoca Valle a los políticos españoles de la Restauración, grandes oradores capaces de expresar de manera elocuente el fin del Despotismo y el principio de lo mismo, como el renacer del fénix del absolutismo colonial “la raza indígena como en los peores días del virreinato, sufre la esclavitud…nuestra América se ha independizado de la tutela hispánica pero no de sus prejuicios”. Para finalizar con el análisis criollo mencionar a Filomeno Cuevas, primer personaje que aparece descrito en la obra y jefe de las milicias revolucionarias.

Para concluir la división trinitaria de la obra hacer mención al sector extranjero, camarilla del dictador, siempre con intereses económicos de por medio y representada de manera oficial por el Honorable Cuerpo Diplomático mencionándose a los embajadores de Uruguay, Ecuador, Chile, Japón, Brasil, Francia, Austria, Estados Unidos, Alemania ,así como el de Su Graciosa Majestad Británica. España se encontraba representada por Don Mariano Isabel Cristino Queralt y Roca de Togores, Barón de Benicarlés y Maestrante de Ronda.


Cartel de la película dirigida en 1993 por Jose Luis García Sánchez.

Finalizamos este análisis destacando los enormes recurso literarios de Don Ramón, capaz de exponer durante toda la obra una extraordinaria mezcla de hablas americanas , sin dar la idea exacta de una región concreta de América, a lo que debemos sumar las continuas alusiones históricas en palabras como Ticomaipú, nombre ficticio que evoca la batalla de Maipú, librada entre San Martín y las tropas realistas en Chile el 5 de abril de 1818 o Curopaíto para hacer lo propio con la batalla de Curupaytí de 1866 y que enfrentó a los paraguayos contra argentinos, brasileños y uruguayos.


Esperamos que este breve artículo sobre Tirano Banderas que pretende poner en relación la verdad de la Historia entre las líneas de un clásico de nuestra Literatura,  les resulte un aperitivo los suficientemente agradable como para hacerse con un ejemplar y disfrutar de la variada prosa de Ramón María del Valle-Inclán. El propio autor nos recuerda su pasión mexicana en la novela, “el campanario de la iglesia con la bandera tricolor”.
  






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